Fabuloso, Sr. de Cora, cada dc3ada me convenzo mc3a1s de lo acdtareo del giro que ha imprimido a su estilo.Los cizac3b1eros, insultantes, evangelistas, conversos, airados, vengadores y demc3a1s usuarios de flamc3adgeras espadas han huido todos a pastar en otros prados.Les ha fumigado usted, para mejor salud y sosiego de los demc3a1s ciudadanos. No han vuelto, ni mucha falta que hace. Tan buen viaje lleven como descanso dejan.Adic3b3s a las retc3b3ricas engoladas, fc3b3bicas y enamoradas de su propio ombligo; bienvenida la sencillez apacible.Un abrazo, y no decaiga usted, que este labriego que tan bien describe los lugares que visita, con su peculiar lenguaje y con su tierna retranca, nos resulta un bc3a1lsamo.